sobre las cosas del vivir
sábado, 31 de diciembre de 2011
un brindis...
Hoy quiero hacer un brindis grande y redondo. Un brindis por todos aquellos que tengan algo que olvidar, algo que recordar, algo que soñar y esperar. Quiero brindar por todos los que tengan aún palabras que decir y besos que dar. Brindo por los que tienen penas y alegrías, a los que les duele y a los que les hace cosquillas. Por los que hayan comprendido o los que aún dudan, por los que saben y por los que ignoran. Brindo por los que hacen muchas cosas y por los que pierden el tiempo. Brindo por la gente grande o pequeña. Como yo.
(como es un brindis tan grande caben en él también los animales, el cielo y el mar)
viernes, 30 de diciembre de 2011
lleno...
Es una tabla circular pintada con acrílico. Cuando la hice no tenía más afán que ser capaz de pintar una esfera líquida. Creo recordar que intenté equilibrar el inexistente contenido pero hoy veo que está más llena que vacía.
Ese es un buen deseo para el año que va a comenzar, que los minutos y los días estén llenos o medio llenos, que las emociones y las risas, los silencios y las esperanzas nos mantengan llenos o casi llenos, porque sino rebosaríamos. Que sepamos distinguir las cosas y las personas que nos llenan de las que nos dejan vacíos, que nos rodeemos de las primeras y nos alejemos de las segundas.
Por ahora con eso basta.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
en el centro de mi ciudad...
En el centro de mi ciudad he encontrado un rinconcito de Japón. Yo nunca he estado allí por lo que me resulta adorable poder ir mirar un poquito de Japón cuando me siento oriental. Para llegar al Japón de mi ciudad hay que pasar primero por los siglos árabes y la Alcazaba que se recorta en el cielo. Bajo la Alcazaba está el pasado romano que dibuja en su teatro semicírculos concéntricos. Después hay que subir unos escalones y entrar en una callejuela del siglo XIX. Tras la verja de hierro forjado, que se recuperó de un convento, está Japón. Yo soy consciente de que han puesto allí Japón porque queda bien con la arquitectura contemporánea del edificio que es museo y porque a todo el mundo le fascina viajar lejos.
Mi padre, que sabe mucho de mi ciudad, me ha contado que él estuvo en la plazoleta donde estaba esa higuera, que es real, no la han trasplantado ni la han traído de oriente, creció entre las casas de vecinos humildes de mi ciudad antes de que ese mismo espacio se convirtiese en un viaje por la historia, por la cultura y por el tiempo.
Cuando yo ahora voy a ver Japón en el centro de mi ciudad (y querría llevar allí a todas las personas a las que quiero) me transporto al patio de vecinos con la higuera y a las historias que me ha contado mi padre, él recuerda escombros, allí había un anticuario con muchas cosas viejas (he pensado que cada vez que lleve allí a alguien que quiero le contaré las historias de mi padre para hacer un salto en el tiempo). Ahora hay musgo cuidado, luces indirectas y un letrero.
Es cierto que solo algunos edificios y algunos árboles son capaces de sobrevivir al espacio y al tiempo.
un elefante pequeño...
Un elefante pequeño le dijo un día a una hormiga grande si quería pasear con él por una sabana de papel.
La hormiga grande caminó junto al elefante pequeño entre las páginas y las letras de la sabana de papel.
Otro día la hormiga grande invitó al elefante pequeño a su hormiguero que también era de papel pero con muchas menos letras. Al elefante pequeño le costó mucho trabajo moverse por los rincones estrechos de aquel hormiguero.
De esta historia verdadera lo único importante es que la hormiga y el elefante eran casi del mismo tamaño y tenían exactamente la misma edad.
lunes, 26 de diciembre de 2011
sensual...
De repente una imagen me inunda, ojeo con desgana un libro de arte bajo un rayo de sol de invierno. Los sentidos duermen ¿o dormitan?. Al pasar una página todo cambia. Sensual.
Bernini, El rapto de Proserpina.
Ser de mármol bajo el sol de invierno, no puedo imaginar nada más sensual. Las manos de mármol en el mármol (que no es carne) el calor del frío que rapta para siempre.
Más allá de una caricia hunde los dedos en el deseo, rapto consentido y eterno.
Soñar un beso de mármol para hacerlo durar todo el tiempo.
Qué enorme felicidad puede dar una página al azar en un libro de arte que despierta los sentidos bajo el sol de invierno.
sábado, 24 de diciembre de 2011
los deseos...
Son días de buenos deseos. Hay muchos deseos y muy buenos por todas partes. Aunque nunca he entendido porqué hay tantos deseos buenos en estos días y tantos otros días sin buenos deseos, esto de desear se termina contagiando. Esta mañana de buenos deseos ha amanecido inmensamente azul en mi ciudad. Pensé primero en desear que todos los días de todo el mundo fuesen azul. Pero no es posible. Hay días de nubes negras. Desear lo imposible es aún más absurdo que no desear. Miro las nubes negras, aunque hoy no se ven yo se que están y que volverán. Deseo que nadie olvide que tras las nubes, por muy negras que sean, está siempre el azul.
Eso deseo.
viernes, 23 de diciembre de 2011
es navidad...
Es Navidad. Ayer me dieron las vacaciones y también ayer me llegaron por carta viejas palabras mías. Me las ha mandado Isa como regalo porque ella tiene muchas palabras mías (que ahora son suyas) guardadas en algún rincón.
Son palabras de hace muchos años. Como son un regalo las abro y las pongo aquí. Me ha dado tanta alegría saber que alguien tiene guardadas mis palabras!
Hay que saber crear zonas de penumbra para que la luz sea bella.
En la vida es lo mismo ¿imaginas una vida deslumbrante donde todo brillase? estaríamos con los ojos cerrados ante tanta claridad monótona y aburrida.
Vivan las sombras, las zonas de penumbra y silencio, donde los volúmenes adquieren belleza, vivan las penitas y las lágrimas, predecesoras de sonrisas, vivan los espacios vacíos, antesala de los llenos.
Vivamos al día, acariciando con un dedo el contorno de las cosas y los sueños.
Entre luces y sombras. Feliz Navidad."
jueves, 22 de diciembre de 2011
una noche buena...
Preparar una noche buena me hace siempre feliz. Mis noches buenas no son en Navidad, las busco entre todas las demás noches del año, que tiene muchas noches que se merecen ser buenas.
Al preparar una noche buena subo y bajo muchas veces las escaleras.
Subo y bajo buscando esas cosas que pongo en la hornacina, en la estantería, en la mesa, frente al sofá. Subo y bajo para traer una manta por si hiciera frío, un jarrón por si se ha abierto alguna flor de la camelia o un mantel y pongo encima los platos, solo por probar, después lo quito todo y comienzo de nuevo perdiendo muchísimo tiempo. Cuando preparo una noche buena pierdo siempre demasiado tiempo aunque creo que ese tiempo que pierdo es esencial. Subo y bajo de nuevo las escaleras con velas que enciendo y luego apago, subo otra vez y bajo con piedras blancas para hacer en el suelo una estrella de mar. También pierdo mucho tiempo al cortar la fruta en trocitos pequeños, al cocer las ciruelas, al batir el zumo de lima con aceite y sal, pierdo tiempo picando albahaca con queso y tostando almendras porque entre tanto vuelvo a subir y bajar corriendo las escaleras y dejo las cosas a la mitad, después lo pongo todo en tarritos y en platitos para no perder tiempo, porque todo el tiempo que pierdo mientras preparo la noche buena me faltará luego, cuando el tiempo siempre es poco. Al subir y bajar las escaleras voy pensando en cómo meter este tiempo que pierdo en una botella de cristal, sería estupendo sacar de la nevera por sorpresa una botella de tiempo fresquito para brindar. Se piensan cosas muy tontas cuando se pierde tanto el tiempo. Pongo música. Los deseos andan también por la casa perdiendo mucho tiempo cuando preparo una noche buena. Se miran al espejo, se pintan los labios, suben y bajan las escaleras. Se visten de azul.
A la mañana siguiente ya no pierdo el tiempo y no subo ni bajo tantas veces las escaleras.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
fugaz...
Fugaz.
Me gusta pensar que las cosas no permanecen. Antes, cuando aún no lo había aprendido, sufría al ver como se escapaban los momentos y las emociones. Se escapan siempre como los peces. Pero ya no sufro, disfruto al verlos pasar.
Pasan bajo el casco de los barcos los días de aguas limpias. Danzan y se van.
Se agrupan por tamaños, como las cosas que vivimos, los grandes van solos, más lentos, con un cierto aire de superioridad. En la memoria van solos también los grandes amores, los grandes dolores y los grandes sueños. Los demás se mezclan, es difícil identificarlos, nadan a tal velocidad que se confunden, esos son los recuerdos que no supieron hacerse grandes y se pierden a veces entre otros tantos, estamos llenos de esos peces pequeños, como los que se ven bajo el casco de los barcos en los días de aguas limpias.
Los grandes se ven menos, si aparecen sorprenden y se siguen con la mirada pero son los pequeños los que se quedan el tiempo suficiente, algunas veces parece que duermen. Como los recuerdos pequeños.
Fugaz recuerdo pequeño duerme verde en mí.
martes, 20 de diciembre de 2011
y los límites del cielo...
El cielo tiene orillas a lo largo de todo el mundo pero esta mañana al salir a mi patio pequeño he visto que también tiene límites precisos.
La gente suele considerar que tener una ventana o una terraza dando al mar o desde la que ver un extenso paisaje es un privilegio y realmente lo es. Desde la casa de unos amigos míos vi el domingo un impresionante atardecer sobre el mar, es una casa que vuela sobre cielo y mar, allí sería inútil buscarle los límites al cielo, en esa casa el cielo es un latifundio. No todas las casas tienen tanto cielo, se que mis amigos disfrutan de su gran cielo y lo cuidan mucho.
Casi todas las casas tienen algo de cielo, pequeñas parcelitas quizás, lo triste es que los propietarios de esos cielos pequeños no suelen valorarlos y los descuidan, como esos jardines pequeños y abandonados que se ven en en algunos barrios, yo siempre pienso que me gustaría cuidar esos jardines porque estoy segura que si se cuidan podrían ser muy bellos. Mi patio pequeño acota un cielo pequeño que esta mañana me ha hecho feliz y he comprendido que los límites de mi cielo no limitan su grandeza. Tengo un trocito de cielo azul aunque a veces sea gris y cuando las nubes pasan por mi cielo, al verse recortadas por los muros blancos se hacen más grandes y densas, dibujan formas rotundas y parece que galopan. Mi cielo atardece, como todos, pero al ser tan pequeño condensa los colores y cuando llegan las estrellas me es mucho más fácil contarlas.
En una noche de verano me tumbé a contar estrellas. Fueron ciento once deseos en una sola noche de verano, tengo que preguntarle a mis amigos cuantos deseos caben en su gran cielo.
lunes, 19 de diciembre de 2011
la orilla del cielo...
Si donde uno vive no hay mar siempre se puede pasear por la orilla del cielo.
Las montañas altas, las colinas, los senderos en los lugares abiertos y escarpados son siempre orillas grandes y abiertas al cielo inmenso. Se ve claramente el cielo que se acerca a la tierra y dibuja el contorno, como hace el mar. En proporción el cielo en todos esos lugares abiertos lo ocupa casi todo (en mi vida casi todo lo ocupa el mar) aunque normalmente se le suele dar más importancia a lo que vemos de tierra, de monte, de rocas o de maleza porque al andar solemos ir preocupados por no caernos y se nos olvida mirar el cielo.
Entrar en un bosque o en un camino donde haya muchos árboles grandes es como entrar en una costa agreste, lo contrario a las orillas limpias y largas del atlántico, yo no conozco las costas de Galicia pero imagino que son al mar lo que los bosques al cielo. El cielo entra y llega a la tierra resbalando entre las hojas y las ramas como el agua en los acantilados.
Hay ciudades donde la orilla del cielo se puede ver a través de los edificios o en la silueta de un castillo que está en alto y en los atardeceres la orilla de ese cielo se tiñe también de violeta como la orilla del mar.
domingo, 18 de diciembre de 2011
encender el fuego...
Encender el fuego hace siempre mucha ilusión.
Había dos cosas que consideraba indispensables si tenía algún día una casa, que se viese el mar o que se pudiese encender fuego. Desde esta casa pequeña no se ve el mar, ni siquiera se ve la calle, la hice mirando hacia dentro, hacia el patio rojo, un patio muy pequeño con una fuentecita que tintinea El exterior no entra en la casa. Pero puedo encender el fuego y eso me hace siempre mucha ilusión.
Cuando hace frío deseo llegar a la casa para encender la chimenea. La verdad es que el fuego se disfruta mucho más si se tiene una buena compañía, pero incluso estando sola disfruto del calor rojo y me dejo arrastrar por él. Tumbarse en la alfombra mirando el fuego es como tumbarse en la playa mirando el mar. La mirada se pierde en ese movimiento constante, primitivo, que adormece, no hay urgencias cuando se mira el fuego o el mar, se difuminan los temores y las dudas, renacen sensaciones olvidadas, se tienen ideas nuevas y es fácil sonreír.
Encender el fuego me hace mucha ilusión pero lo mágico es que ya sólo pensar en el fuego, como pensar en el mar, me hace sentir contenta, acelerar el paso y tener ganas de vivir. Las cosas que dan alegría y ganas de vivir son las verdaderamente importantes, no hay muchas, merece la pena dedicar tiempo a descubrirlas y saber disfrutarlas.
También hay personas que dan alegría y ganas de vivir, creo que son las personas a las que se ama.
sábado, 17 de diciembre de 2011
los regalos...
Estuve en la orilla del mar, recogí piedras blancas y dibujé esferas como lunas a lápiz.
Volví a dejarlas esparcidas por la playa como regalo a quién pudiera encontrarlas.
Si yo pasease por la playa en algún atardecer me gustaría encontrar piedras dibujadas, una y otra y otra. Las llevaría a mi casa y las colocaría en fila, en el suelo del baño quizás, un camino de lunas es un buen regalo.
También son un buen regalo las palabras, las escritas y las susurradas. Los dibujos son siempre un buen regalo, aunque sean muy simples y pequeños, no hay que ponerlos en marcos, se pueden guardar y mirarlos de vez en cuando, cada vez que se miran parecen algo distinto. Las flores son un buen regalo sobretodo si se han cogido del campo pensando en alguien. Regalar tiempo es algo precioso y nada usual. Los libros son regalos estupendos si el que los regala escribe una frase o un pensamiento en la primera página, cuando se abra el libro se recordará a esa persona y se la irá queriendo más. Hay algunas personas capaces de regalar ilusión y alegría, esas son ya un regalo por sí mismas y uno se siente feliz si las tiene cerca.
A mi no me parecen un buen regalo las cosas útiles ni prácticas, si alguien me regalase una sartén o una plancha para el pelo me sentiría muy triste y no sabría que decir. Sin embargo una llave de papel que abra algún secreto, algo antiguo, incluso un fragmento, las cosas con historia transmiten sensaciones intensas, una promesa (aunque después no se cumpla), una cena con velas o unos zapatos de tacón son regalos que me harían feliz.
Espero que alguien haya encontrado las piedras con lunas y se haya sentido feliz, porque para eso se hacen los regalos.
viernes, 16 de diciembre de 2011
otra venta...
El pasado está frente al mar. La hiedra en la montaña, sobre un río, entre la nieve y el mar.
Es también una terraza oculta, fuera del tiempo, como todos los lugares mágicos que me gustan.
Aquí no hay vistas ni luz, es como meterse en el corazón de una selva, lianas y hojas que se enredan por el techo, por la balaustrada, por la reja de la puerta y el río que corre constante allí abajo.
En la venta "la hiedra" con la nieve al norte y el mar al sur se puede jugar a ser otro porque la penumbra protege.
Hay algunos rincones en el mundo que incitan a jugar, si hay rumor de agua para difuminar las palabras, si hay sombras, si no hay nada que determine el lugar o el tiempo entonces es más fácil. No todo el mundo sabe jugar y muy poca gente tiene ganas, parece que jugar es algo que se nos olvidó cuando nos hicimos grandes y serios, cuando empezamos a tomar decisiones importantes o a ganar dinero.
A ser otro es uno de mis juegos preferidos, porque no soy grande, ni seria, ni tengo nada importante que decidir. Lo juego mucho cuando viajo sola. Caminar por una ciudad desconocida, entrar en un museo, comer sola en un restaurante jugando a ser otra me llena de alegría. Casi siempre soy otra que se parece bastante a mi aunque invento un pasado distinto, eso permite que me sorprenda ante cosas que de otro modo pasarían por sabidas o reconocibles, me permite descubrir, sonreír o hablar de otra forma y cuando vuelvo a la habitación individual del hotel me alegra también reencontrarme a mi misma, como cuando se reencuentra a un amigo y le cuentas lo que has visto y vivido en su ausencia. Así tengo la sensación de vivir más. Una sola vida no basta.
En la venta "la hiedra" jugaría a ser otra si encontrarse alguien con quien compartir una parrillada de verduras y un vino de la tierra. También hablaría de sitios mágicos, algunos reales como ventas que conozco, otros lejanos o inventados, hablaría de un día en que jugué a ser otra entre la hiedra o en la selva, porque en realidad la realidad da un poco igual.
Obviamente tampoco se llama "la hiedra" esta venta aunque también existe como el pasado.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
venta "el pasado"...
Antes de cruzar la carretera que bordea la costa, en la esquina de una caseta abandonada hay un jazmín grande, no comprendo como estando frente a las olas puede tener jazmines todo el año. Yo siempre cojo jazmines y me los meto en los bolsillos.
Al entrar en la venta hay un momento de confusión porque todo está oscuro y frío, incluso en verano. A la izquierda, al fondo de la barra, está la puerta de la terraza. Es allí donde comienza el pasado.
Un murito blanco acota el espacio donde están las mesas sobre el suelo de cemento sin pulir, después el mar, una franja de playa llena de piedras y el mar. Todo es pasado allí. No se ve nada que no sea pasado, ni la carretera, ni los coches, ni ningún edificio. Sólo el murito blanco, el suelo de cemento, las mesas con el mantel de cuadros verdes, el mar. Antes del mar unas pitas, las mismas que llenaban las playas de mi infancia. Ahora han florecido. Rompen el horizonte y el mar.
Hay también algunas latas viejas con geranios apoyadas en el alféizar de las ventanas. Todo me hace sonreír y repetir una y otra vez a todo al que llevo a ese lugar que es como viajar al pasado. En el pasado no es que se coma demasiado bien, pero no importa, todo sabe a gloria, como sabían las patatas fritas mezcladas con la sal del mar y algo de arena en la playa de la niñez, o como la paella del chiringuito, aquellos sabores del pasado que no tienen que ser buenos para gustar.
Las personas que atienden las mesas son muy amables y sonríen sin dificultad. Siempre pido tomate con sal y cuscús de verduras. Por un módico precio se viaja al pasado y se respira mar.
El nombre de la venta no es "el pasado", pero si se quiere preservar el pasado no se puede publicar en un blog, aunque casi nadie lea el blog. Las cosas mágicas hay que cuidarlas mucho.
martes, 13 de diciembre de 2011
pasó la luna...
Pasó la luna grande pero ha dejado la marea alta.
Sucede como con los amores o con los sueños, que puede ser que pasen, pero dejan la marea alta. La marea del ánimo o de la esperanza. Es curioso como a veces puede pasar un amor o un sueño y sin embargo dejar vivo algo de él que será la semilla de otro algo que quizás crezca en algún otoño o en alguna primavera.
La marea alta es como la ilusión alta, ya se sabe que bajará y que en la orilla dejará una franja de arena limpia y renovada. A esa orilla purificada llegará algún día, por mar o por casualidad, otro sueño.
lunes, 12 de diciembre de 2011
se escriben con v...
Se escriben con v muchas palabras que alegran el corazón. Ver. Vino, cuando es el vino rojo que llena de alegría el tiempo y las sonrisas, también cuando se dice vino hablando de alguien que llegó un día, alguien vino y cambió el rumbo de las cosas. Viajar. Volar. Velas, las velas del barco entre el cielo y el mar o las velas que iluminan las penumbras y crean sombras. Venir, volver. Vamos. Valor. Viento. Venecia. Verde y cuando el verde contrasta con el rojo o cuando es verde mar. Vestir, también desvestir que es el contrario. Vibrar. Vacío. Violeta, sobretodo cuando el violeta tiñe las montañas o el horizonte en las puestas del sol. Vida y vivir a veces. Velero. Variar las cosas porque todo siempre igual es aburrido. Ventana. Vacaciones. Voz. Violín. Verano. Vidrio. Verdad, la mentira también alegra el corazón, pero una cosa no quita la otra. Ven.
Los besos y las bromas alegran mucho el corazón aunque no se escriban con v.
viernes, 9 de diciembre de 2011
color...
Se inventa un sueño y se le da color, pero antes del sueño ya hubo una forma aunque la forma no coincide nunca con él.
Primero la mancha, acuarela sobre papel, la mano moviendo el pincel sin pensar, color líquido. Sueño.
Después el lápiz comienza a buscar la forma que inspiró el sueño, intenta acotar el color, el sueño, pero no puede, no coincide, forma y color no se ajustan. Por eso resulta interesante, porque es libre, porque no pretendía ser real. El sueño.
Si el sueño se hubiese hecho realidad no sería tan bello.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
las cosas que busco...
Las cosas que busco sin saberlo y de repente las encuentro.
Como la piedra, o el candelabro.
O una palabra o una frase que abren camino y no entiendo cómo he podido vivir tanto tiempo sin haber sentido o pensado eso que la palabra o la frase me han hecho descubrir. Estas palabras o estas frases aparecen en sitios diversos, a veces se pescan de alguna conversación o alguien las dice sin darles importancia, pueden descubrirse en libros o en revistas, en películas o en entrevistas que se ven de pasada, sin interés aparente y de golpe el mundo se detiene y se comprende el significado de la duda o del tiempo o de cierto dolor o de una sombra. También pueden ser objetos, encontrarlos por azar o que alguien te los de, o bien cosas que estaban por la casa pero escondidas u olvidadas entre tantos otros objetos que rodean la vida. Descubrirlos de nuevo, porque estaban olvidados, es como reencontrar un tesoro y se comprende que nunca acaba el valor de las cosas. Lo que sucede es que cuando siempre se tienen delante se dejan de ver y apreciar. Esto pasa también con las personas.
En días tristes o nublados, esas cosas y personas que eran invisibles se hacen luminosas y precisamente esas son las que alegran y consuelan.
martes, 6 de diciembre de 2011
escribo...
Escribo en las paredes blancas.
Cuando somos niños todos intentamos escribir en las paredes y nos lo prohiben casi siempre. Es lógico, vivimos en las casas de nuestros padres y ellos valoran las paredes limpias y el orden.
Ahora la casa es mía y me siento libre de escribir frases o dibujar en las paredes. Y lo hago.
Me ayuda a "hacer trivial lo misterioso y misterioso lo trivial". A eso dedico mi tiempo.
lunes, 5 de diciembre de 2011
un ojo de papel...
Dibujé una mirada verde. Fue difícil, como dibujar el mar.
Uno puede pensar que las miradas verdes son más transparentes, pero no es cierto, son simplemente más inestables, como el mar, como cualquier agua que fluye, difíciles de retener, cambiantes, no es posible descansar en una mirada verde. Las miradas oscuras son mucho mas seguras, como la tierra firme.
También hay miradas muy azules, que se parecen al cielo cuando el cielo es azul. Me perdí una vez en una mirada azul y tuve miedo. Se nadar, no le tengo miedo al mar, pero no se volar y le tengo miedo al cielo. Lo más seguro es caminar por la tierra firme de miradas oscuras.
Nunca he dibujado una mirada oscura.
Tampoco he sido capaz nunca de estar mucho tiempo lejos del mar.
viernes, 2 de diciembre de 2011
es bueno mentir...
Es bueno mentir en invierno. La mentira es como el vino rojo y calienta el corazón. En otoño es bueno mentir. Te quiero ¿me quieres? si. Mentiras dulces que caen como las hojas que caen. Las cosas hermosas duran poco y si son mentira duelen menos. No duelen los jazmines que son mentira, pequeñas mentiras blancas que huelen a felicidad. En verano no es necesario mentir porque todo es mentira, es mentira el reflejo de la luna en el mar y la música. Las risas son mentiras y los besos una vez dados. En primavera no es bueno mentir porque uno tiende a creerlo todo en primavera. Si se dañan los brotes tiernos la mentira, como el jazmín, no florecerá.
jueves, 1 de diciembre de 2011
el mar...
"Una inmensidad, a veces azul y con frecuencia verde, se extiende hasta los confines del cielo: es el mar."
(Baudelaire)
Después de leer esto ya no puedo escribir.
cosas gratis que valen mucho...
Los besos. El mar infinito y gratis hasta fundirse en el cielo. Las piedras hermosas. las puestas de sol o los amaneceres, también las horas blancas del día cuando el cielo es intensamente azul y las cosas brillan. Cuando te dicen una palabra dulce que no esperabas eso te llena de bienestar y alegría. Las sombras de una higuera en una pared blanca. El rumor del rompeolas o de un riachuelo, en realidad todo el sonido del agua, incluida la lluvia. Cuando estás leyendo en un atardecer y tu perro se acurruca junto a ti y apoya la cabeza sobre tu pierna. Coger flores pequeñas en el campo y colocarlas en un vaso sobre la mesa. Contarle una historia a un niño sabiendo que te cree, también susurrarle una historia a un adulto y hacerlo sonreír. La hierbabuena y los jazmines. Tumbarse al sol. Tirarse al mar y abrir los ojos bajo el agua profunda, es gratis y es como volar. El viento abriendo los brazos para sentirlo más fuerte aún o la brisa suave que hace vibrar las hojas y la piel. Una rama de almendro cuando florece, también cuando ya las flores de almendro comienzan a caer y los pétalos vuelan como copos de nieve. Una cena con velas cuidando mucho los detalles porque quieres complacer a alguien, esto no es totalmente gratis pero vale mucho más de lo que cuesta. En verano, cuando hace un calor intenso encontrar una sombra fresca y mirar el cielo a través de las hojas del árbol que te cobija. Las caricias, las que se reciben y las que se dan. Los sueños y los deseos valen mucho si sabemos no tomarlos demasiado en serio. Observar un contorno, puede ser el perfil de alguien o de algún objeto, dedicar tiempo a observar enseña a descubrir la belleza. La alegría y las cosas pequeñas que dan alegría.
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