Normalmente me sobran, se encadenan solas mientras conduzco y se alargan como los kilómetros, se me enredan en los pies cuando camino y me hacen tropezar, se me caen de las manos, no me caben en el bolso, se esconden debajo de la cama o las veo cuando levanto un almohadón. Muchas veces se enmarañan y se quedan en los rincones como el polvo de la estantería. Están en las arrugas de la ropa, en la funda de las gafas. Me inundan y me lavan como el agua o el aire.
A veces desaparecen de golpe y si intento buscarlas es peor porque el silencio y el vacío dejan gotitas de sangre que lo manchan todo. Entonces, para salvarme, recurro al color silencioso y suave.
Las flores que ayer puse en un jarrón se han hecho acuarela azul llenando el vacío que han dejado las palabras.
Se ve que te has hecho querer por las palabras, sino cómo explicar que te sigan a todas partes?
ResponderEliminarTe aman, sin duda. Pero se ve que son traviesas a veces y desaparecen para que las busques.
Las gotitas de sangre aparecen porque las extrañas?
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Todos estos días pasados me he llenado de silencio. Allí nunca encuentro vacío. Tomenta sí, al principio, inquietud, impaciencia, porque me niego a hablar. Luego, a medida que pasan los días van llegando ante mis ojos cerrados imaginerías que arman historias fantásticas sobre vidas y muertes que siguen a más vidas sin decir una palabra.
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Cómo sigue tu vacío de palabras acuarelas?
Extraño las palabras cuando me abandonan. Las echo de menos y siento el vacío.
EliminarTambién eché de menos tus palabras que de vez en cuando se alejan mucho para descubrir otros mundos que no puedo imaginar.