sobre las cosas del vivir



lunes, 17 de junio de 2013

cenicienta...



Venga Cenicienta, levántate y anda ya!
Te has despertado al alba y te has asomado a mirar el sol que salía del mar latiendo como tu corazón. Entonces has cerrado los ojos y has sonreído al respirar, has vuelto a sentir por un instante el golpecito de felicidad que te llega de vez en cuando, ese que te recorre y que reconoces cada vez mejor, quizás porque cada vez llega más distanciado o es más breve, y no sabes qué hacer para retenerlo y que dure. ¿Recuerdas, Cenicienta, cuando ese golpe de felicidad era casi constante? Lo llevabas contigo a todos lados y conseguías incluso derramarlo por los ojos. Ahora no, es cierto que se ha ido haciendo chiquito y débil, pero todavía sabes rescatarlo algunas veces, al amanecer, cuando anochece y estás cansada, cuando te lanzas al mar, cuando crees que todavía no es tarde, cuando te olvidas y cuando recuerdas, Cenicienta, sobretodo cuando eres tú.
Venga ya, levántate, te has duchado en la terraza con la manguera que usas para regar las plantas, ahí también has sentido la caricia de la felicidad, es el agua fría, lo sabes, sobre la piel que hoy está llena de sol, te has visto reflejada en el cristal, tu cuerpo pequeño, así, desnuda en el cristal, bajo el agua eras la de siempre, te has reconocido, con el sol a tus espaldas y la vida por delante. Te has vestido con alegría y te has pintado los labios, te has sentado a tomar tu café sobre el suelo de madera, mirando el mar, acariciando a tu perra que apoyaba la cabeza en tu pierna, cuando acaricias a tu perra sientes el golpecito también, la felicidad se mezcla con el amor. El amor daba muchos golpes de felicidad, ¿recuerdas, Cenicienta? Qué bonito era ir todo el día con los golpes de felicidad del amor clavándose como alfilerillos en los pies, en los ojos, en el corazón.
Venga ya, levántate, te has puesto las sandalias que brillan para darte ánimos mientras caminas, te gusta mirar los pasos que vas dando sobre la acera o el asfalto, ¿recuerdas? dijiste que querías hacer más bonitas las cosas a tu alrededor, todas las cosas y eso te hizo sonreír, aunque nadie las vea.
Anda, Cenicienta, anda ya! deja de sentir la pena que también llega a golpecitos, como la felicidad pero al revés, déjala en la alfombra y vete, Cenicienta.

Venga, Cenicienta, anda ya!


4 comentarios:

  1. Bella Cinderella!.

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  2. Cenicienta, llamemos a Hermes el de los pies ligeros a que te preste una par de esas alas que suele llevar para que las pongas a cada lado de esas sandalias brillantes que desde ya te digo son voladoras.

    Vuela ya! Sé-y-siente

    :

    Sabes lo extraño que me parece le nombre Cenicienta? Me cuentas por qué lo elegiste?

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    Respuestas
    1. Claro, si me preguntas te respondo...
      Una pena me llenó, las penas y las alegrías llegan y pasan, me senté abatida y miraba mis pies en las sandalias que brillan, (ahora que tú me lo has dicho quizás me hagan volar) pensé que si perdiese uno de esos zapatitos de cristal sería una cenicienta que sueña con un príncipe azul... Pero al escribir no salió el príncipe,, la verdad es que no perdí el zapatito tampoco ...

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