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Cuando el sol se hace fuerte, la terraza, que está muy cerca del cielo, con el calor se quema, yo paso las mañanas a su lado y comprendo que tanta luz le duela, por eso he inventado una sombra que la proteja. Tomé las medidas y cosí la tela como si le estuviese haciendo un vestido blanco a mi terraza en primavera.
Una vela al el viento (hasta la casa sueña que navega).
Me dio mucho miedo colocar los cáncamos, tan cerca del vacío, creí que no podría hacerlo sola, pero fui valiente, saqué fuerzas, me arriesgué y lo he conseguido.
Alegre y satisfecha he llenado de agua fresca la pilita de mármol para que los pájaros se bañen y beban, así, mi terraza y yo, podemos compartir con ellos la sombra nueva.
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Eres compasiva, además de arriesgada y navegante. Cuánto debe amarte tu terraza! Ya tiene una vela al viento y si, como dices, "hasta la casa sueña que navega", sabes que de este lado del mar hay quien se la pasa mirando el cielo.
ResponderEliminarMe encantará saludarlas desde donde vivo.
(No subiré a hacerlo porque me estoy intentando echar raíz).
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Qué grato ha sido leerte hoy, sumado a la sorpresa de que hayas escrito cuando no me lo esperaba.
Estás intentando echar raíz y miras el cielo...
EliminarSi consigo navegar con mi casa a vela me saludarás, te sorprende que haya escrito hoy.
Yo vuelvo a agradecerte tus palabras.
Qué clase de pájaros andan por donde vives?
ResponderEliminarLos que bajan a bañarse son gorriones, a beber vienen también los mirlos. Hay algunos petirrojos pero son tímidos. En el tejado de enfrente alguna vez veo una hurraca. Por el cielo cruzan a veces cernícalos o Águilas.
EliminarQué bellas son siempre tus palabras. A veces reflejan un pesar de melancolía y mirada al pasado. Las de hoy están muy en el presente y son hermosísimas. Un beso.
ResponderEliminarUn beso muy presente para ti, Gabriel. Sabes? Algunas veces dibujo esos pájaros que me acompañan y siempre que lo hago me acuerdo de ti y de tus preciosos dibujos de pájaros que desde siempre has hecho con tanto amor.
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