sobre las cosas del vivir
martes, 14 de mayo de 2013
el torcal...
El torcal es un bosque de piedra al norte de mi ciudad. Adentrarse en el torcal es peligroso si no se siguen los senderos marcados con flechas de colores pintadas en las rocas. Es como caminar por una ciudad extraterrestre, o por un castillo interminable dentro de un sueño, o entre las entrañas de una increíble escultura gigante.
Si voy al torcal procuro no alejarme de las flechas que indican el camino, aunque ahora va mucha más gente y pienso que si uno se perdiese al gritar alguien lo podría ayudar.
Pero entonces, cuando yo era muy niña, sólo los aventureros iban al torcal.
Habíamos ido de excursión toda la familia, mi padre, más prudente, se quedó con mis hermanos en el camino, pero mi madre y yo nos alejamos atravesando un desfiladero porque habíamos oído rumor de agua y queríamos encontrar el río. No supimos volver al sendero, nos perdimos entre las paredes de roca. Subíamos y bajábamos por las piedras, mis manitas de niña se arañaron y sangraron un poquito. Teníamos frío, mi madre tendría mucho miedo aunque me hacía reír y me hablaba de la maravillosa aventura que estábamos viviendo.
Anocheció, gritábamos las dos a la vez para gritar más. Teníamos hambre y sed. Bajo una piedra que nos protegía del viento mi madre me abrazó muy fuerte y me dormí tranquila sintiendo sus besos pequeños sobre mi frente.
Nos encontró la guardia civil al día siguiente, no habíamos oído los disparos ni las bengalas que lanzaron durante la noche intentando localizarnos. Mi padre estaba muy nervioso, creo que antes de perdonarnos nos regañó mucho, sobretodo a mi madre, le decía que lo iba a matar a disgustos.
Mi madre, como una niña mala, reía y me miraba cómplice orgullosa de la aventura que habíamos vivido. Yo no fui consciente del riesgo ni del peligro, al poco tiempo ya había olvidado el frío y el hambre.
Ahora, de aquella noche perdidas en el torcal sólo recuerdo sus besos pequeños en mi frente y el latido de su corazón.
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¡Nadie embellece los terrores mejor que tú!
ResponderEliminarOhh gracias, preciosa!
EliminarUna historia preciosa.
ResponderEliminarPrecioso final, lo que recuerdas es el latido de su corazón.
Gracias , anónimo por tus palabras. Es curioso pensar en cómo se recuerdan las cosas... Y cómo se olvidan...
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