sobre las cosas del vivir



domingo, 24 de junio de 2012

el limonar...




Qué extraño es recordar los recuerdos de los otros.
Hoy he estado recordando otro tiempo que ya no es verdad. Mi ciudad, con playas que aún eran vírgenes, calles estrechas y tiendas con mostradores de madera, he recordado cuando los jóvenes de entonces iban a bailar al Hotel Miramar, cómo se paseaban en barca por el puerto, he recordado los colores de aquella época, cuando yo aún no había nacido, los atardeceres en el horizonte siguen siendo iguales, eso no ha cambiado. En sus recuerdos no me recuerdo a mi misma porque yo aún no era verdad. Con él puedo recordar nombres, verdades y mentiras, recordar sabores y el frío o el calor, pero los olores no podemos recordarlos porque dice él que los olores ya no son los mismos.
"El limonar", con sus casas señoriales y sus jardines sombríos olía a una flor blanca, como una campanilla  que se abría al atardecer, era muy finita y olía a miel. Ya no huele así "El limonar", ya nada huele igual, dice él, y yo que estoy recordando sus recuerdos para que no mueran, busco esa flor blanca que huele a miel y se la llevo. Él intenta sonreír y dice que sí.

En silencio recordamos juntos el olor de "El limonar".

3 comentarios:

  1. Es muy bonito eso de recordar los recuerdos de los otros, creo que se puede hacer solamente cuando se ama mucho al otro.

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    1. Tienes razón, para recordar los recuerdos de los otros hace falta mucho amor.
      ¿Cuanto amor hace falta para soñar los sueños de los otros?
      Será mi próxima entrada, gracias por tu comentario inspirador, MC (aunque no se quién eres)

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