sobre las cosas del vivir



domingo, 3 de junio de 2012

cerezas...



Las cerezas, como muchas cosas en la vida, vuelven cuando no se recordaban, aparecen un día sobre una mesa y sorprenden porque son iguales a las cerezas de aquellos veranos felices. Por las tardes a la sombra del nogal, con el pelo húmedo y los labios azules de tantas horas en el mar. Las niñas nos colgábamos las cerezas de las orejas como pendientes. Los niños se metían las cerezas en la nariz y después se las comían para darnos asco y risa.
Aparecen de nuevo las cerezas llenas de recuerdos rojos. Entonces se desean y por un momento, antes de probarlas, saben a felicidad. Las comemos mientras charlamos intentando no recordar aquellas otras cerezas y que no somos los mismos, ya no tiritamos ni tenemos los labios azules, no hay hambre de cerezas, no nos las colgamos de las orejas ni nos gusta en secreto un niño moreno que nos hace reír.
No son tan dulces ni saben a sueños estas cerezas.

Estas cerezas saben, como muchas cosas en la vida, a la melancolía de lo que ya no es.

1 comentario:

  1. a mí me pasa cuando como esas peritas pequeñas tan buenas...

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