sobre las cosas del vivir



lunes, 23 de abril de 2012

poniente...



Sopló fuerte el poniente al medio día. El poniente es un viento fresco y aunque el sol brillaba el aire entraba cargado de sal por los ojos y por la piel. Las velas desplegadas dejaban el barco a la sombra, menos la proa que saltaba las olas al sol embarcando agua. El poniente en primavera es un viento orgulloso, frío y limpio, deja el mar helado y de un azul tan intenso que casi duele, como duelen los recuerdos. El mar hace que todo parezca posible. El barco se escora pero no vuelca. El viento trae algunas ráfagas de miedo que hacen flamear las velas y todo lo que en tierra parece cierto.
Pasó el medio día y cayó el poniente. Volvió de pronto la seguridad, la estabilidad y la monotonía. Al caer el poniente, ya en tierra firme, se hizo cierto todo lo que en tierra parece cierto.

Lo que sólo el mar diluye.

No hay comentarios:

Publicar un comentario