sobre las cosas del vivir



jueves, 20 de diciembre de 2012

flor de diciembre...



Es la misma calle de todos los días a esta misma hora. Camino rápido para llegar a tiempo, intentando, como todos los días, no mirar lo feo y lo sucio, ni las luces falsas, ni los falsos colores alegres que han colocado por todas partes por ser diciembre.
Ellos suben despacio por la misma calle, serán hermanos porque sus ojos negros son casi idénticos. Uno de ellos camina con mucha dificultad, arrastrando los pies, se apoya en el otro para no caer, lleva un pensamiento amarillo en la mano. Al cruzarme con ellos por la misma calle de todos los días tengo cierto temor (qué duro se me hace reconocer que siento miedo).
Él tiene alguna discapacidad que le impide moverse y hablar con normalidad. Tiende la mano y me ofrece la flor. Por un momento dudo si aceptarla (qué difícil se me hace reconocer que desconfío).
Acepto la flor y sus palabras, acepto también su sonrísa, que es casi una mueca, y su mirada profunda que no comprendo, pero ya sin miedo.
Sigo caminando con el pensamiento amarillo en la mano y el corazón lleno de alegría.

Qué gran regalo inesperado ha sido esta flor de diciembre.


3 comentarios:

  1. Tener un pensamiento en la mano es un gran regalo y si es amarillo y si te lo han dado sin esperarlo. Te comprendo. Es un regalo precioso. Creo que lo mejor de todo es que fuiste capaz de aceptarlo.

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    1. Gracias, anónimo, estoy de acuerdo, lo mejor fue ser capaz de aceptar sin temor. La vida a veces nos da regalos inesperados y no siempre se saben aceptar...

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