sobre las cosas del vivir
jueves, 24 de octubre de 2013
el viaje...
Primero lo prepararía con muchísima ilusión. Creo que esa parte es la que más me gusta de los viajes, hacer una maleta diminuta con muy pocas cosas, viajar ligera de equipaje. Acabo de comprar una bolsa de viaje, la que siempre había soñado, de cuero, hecha a mano, qué pocas veces se encuentra lo que se había soñado, qué absurdo dejarlo pasar, aunque era muy cara la he comprado sin dudar. En esa bolsa metería la ropa elegida para ese viaje, lo pensaría mucho porque no sabría qué tendría que hacer allí. Daría paseos por una ciudad desconocida, ¿o sería un pueblo? ¿iría a una playa? ¿a un parque? ¿haría frío? ¿tendría que ir a alguna cena?. Llevaría un sueter de cuello alto y unos jeans, el collar de nácar y una camisa de seda.
Haría primero un viaje en avión, el avión siempre me hace creer que todo es posible, si se puede volar, todo se puede.
Al llegar hablaría otro idioma, me gusta hablar otros idiomas, hablando en otro idioma también se es un poco otro.
Buscaría una estación de autobús y recorrería kilómetros através de espacios amplios, sonreiría a mi imagen reflejada en el cristal, siempre sonrío a mi imagen en el cristal cuando viajo en autobús o en tren. También sonreiría al llegar, estoy segura.
Entonces, si hiciese el viaje, comenzaría la historia.
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Dime por favor que la bolsa, en sí, no pesa.
ResponderEliminarHombre, algo sí pesa, es real y las cosas reales pesan, pero hay pesos (algunos y pocos, es cierto) que merece la pena llevar.
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