sobre las cosas del vivir
viernes, 10 de febrero de 2012
el olivo...
El olivo estaba tras la valla del cortijo. Un verano, antes de que lo vendiesen mis padres, pasé allí todos los días y todas las noches. En el cortijo bajo una sierra agreste y azul.
Creo que fue allí donde aprendí a sentir profundo y a pensar suave. A la sombra del olivo.
Pusimos una hamaca donde íbamos durmiendo por turnos nuestros sueños. De mi padre eran las horas de la siesta, después de haber comido junto a la alberca, él dormía y roncaba con las chicharras. Mi madre prefería el atardecer, yo la noche profunda o los amaneceres frescos.
Algunas veces puse bajo el olivo una mesa de madera, un mantel antiguo y unas sillas, cogía flores del campo y las ponía en un jarrón con tomillo y romero. Encendía velas que colgaba de las ramas en tarritos de cristal, nos sentábamos allí a cenar y a hablar como los grillos, bajo las estrellas.
Perdimos el cortijo, los veranos y la familia, pero quizás estén aún en la corteza del olivo viejo nuestros sueños y las palabras que dijimos, incluso las que no llegamos a decir.
Los árboles viven y recuerdan mucho más que nosotros.
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ResponderEliminarPrecioso...eres muy valiente al traer a tu memoria lo bello que ya no está.
ResponderEliminarTu sabes que no tengo miedo, Isa, tengo muchos temores pero soy valiente, tu lo sabes...
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