sobre las cosas del vivir
lunes, 4 de febrero de 2013
el picnic...
Mi madre sacó del trastero una antigua cesta de pic-nic, buscamos platos y vasos que se ajustasen a los bolsillos que eran dos tiras cruzadas de cuero, metimos dentro cubiertos, dos tarritos de cristal para sal y pimienta, miramos en el armario de los manteles buscando uno de cuadritos rojos, pero no lo encontramos y decidimos entre ella yo que podíamos llevar uno de lino con flores bordadas. Junto a la cesta pusimos un papel donde cada uno tenía que escribir lo que quería comer ese día, tortilla de patatas, tomates, aceitunas, salchichón de Málaga, anchoas, rabanillos, yo escribí pepino con sal, era lo único que me apetecía.
La noche anterior preparamos todos juntos la ropa que nos pondríamos para ir al campo, habría un río y las botas tenían que ser fuertes porque subiríamos una montaña muy alta. Yo mentí en mi mochilita un cuaderno de dibujo y los lápices de colores, la cesta que era muy grande y pesaba mucho la llevaría papá.
Por la noche me despertó la tormenta, me levanté con ganas de llorar y entré en el cuarto de mis padres, le dije a mi madre al oído que estaba lloviendo mucho y que no podríamos ir de pic-nic, me dijo, duérmete, te prometo que iremos de todos modos.
No dejó de llover, el día era tan negro que tuvimos que encender la luz de la cocina para desayunar, nos pusimos nuestra ropa de campo y salimos al patio, entre todos metimos las macetas y las pusimos en el pasillo dejando un círculo en el centro, allí extendió mi madre el mantel de lino con margaritas bordadas y abrimos la cesta, comimos en aquel campo imaginario junto a aquel río, yo hice el dibujo de una hortensia, saltábamos el río a pata coja pisando sólo las losetas negras, después de comer mi padre se tumbó y apoyó la cabeza en las piernas de mi madre, fumaron un cigarrillo a medias mientras ella le acariciaba el pelo. Fue el mejor día de campo que recuerdo, en el pasillo de la casa de la alameda.
De mi madre aquel día aprendí que, pase lo que pase, es posible ser feliz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es una bonita historia, todos deberíamos recordar ese tipo de historias que olvidamos con demasiada frecuencia.O quizás no todos tuvimos la suerte de vivirlas.
ResponderEliminarSeguro que todos tenemos historias que recordar, se trata de reconocerlas cuando aparecen en la memoria difuminadas o tal vez borrosas...
EliminarMe encantó tu historia. La vi. Y hasta pude oler la lluvia.
ResponderEliminar