sobre las cosas del vivir



martes, 16 de octubre de 2012

mi olivo...




Entre los chinos de la terraza brotó pequeño e indefenso un olivo. Apenas dos centímetros de tallo y tres hojas puntiagudas y descaradas cuando lo vi.
Alguien tiraría entre los chinos un hueso de aceituna en alguna mañana de sol cuando invité a unos amigos a tomar unas cervezas. Bajo los chinos de la terraza no hay tierra. Hay que tener muchas ganas de vivir para brotar entre piedras, sin tierra ni agua.
Con todo el amor y la ternura de la que soy capaz, saqué el brote de olivo y lo planté en una maceta. Desde entonces lo cuido con todo el amor y la ternura de la que soy capaz.
Ha ido creciendo y haciéndose fuerte porque quería vivir, yo lo he ido cambiando de maceta y algunas veces, con todo el amor, lo he olvidado durante meses porque el olvido hace fuerte y ayuda a crecer.
Ayer vi que tenía algunas aceitunas ya maduras.
Me sorprende la fuerza de la vida y el tiempo que pasa.

Son de un azul violáceo, aterciopeladas, frágiles, seguramente amargas, duras, efímeras, preciosas. Son como tiempo que pasa.


2 comentarios:

  1. ¡Grande Elvira! Todo lo que vemos como natural es en realidad,un milagro...acuérdate de mí cuando lo mires...

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  2. Claro que me acuerdo de ti. No sólo al mirar el olivo...

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