sobre las cosas del vivir
domingo, 28 de octubre de 2012
árboles enormes...
Siendo muy joven viviste en una gran ciudad gris en el norte de Italia. Cuando eras muy joven a tu soledad aún no la cuidabas ni la amabas como la amas ahora. Intentabas callarla o confundirla llevándola de paseo, metiéndola a la fuerza en un cine, obligándola a entrar en tiendas donde era imposible comprar nada, porque cuando eras muy joven y vivías en una gran ciudad gris intentando ganarte la vida cuidando niños, trabajando de camarera, haciendo camas en un hotel, para ahorrar y poder estudiar lo que creías que querrías hacer, a la soledad no la podías distraer con compras ni viajes. A la soledad la arrastrabas por las calles que parecían entonces más grises de lo que en realidad son y la sentabas a tu lado en una escalinata mirando a la gente pasar y pensabas que casi nadie llevaba a su soledad al lado en aquella mañana de domingo, llevaban a sus novios o a sus amigos o a sus padres. Tú no tenías cerca a nadie con quién pasear en aquella mañana de domingo, en aquel primer otoño.Tu soledad estaba tan triste y dudaba tanto como tú y las dos, tu soledad y tú, os ibais despacio al parque y os tumbabais sobre la hierba a mirar el cielo a través de los árboles enormes.
Habéis cambiado mucho tu soledad y tú, lo sabes porque cuando miras el cielo a través de árboles enormes nunca lloras.
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Grazie, hai aperto il libro dei ricordi delle domeniche tristi, quando si è ancora più soli in una città grigia.
ResponderEliminarSarà vero che tutti siamo stati tristi i una città grigia?
EliminarMa il libro dei ricordi delle domeniche tristi si apre ogni tanto, senza volerlo...sopratutto in autunno.
In fondo, non è una delusione verso la città, ma verso gli uomini che non l'hanno saputa vivere in modo diverso da un ufficio od un negozio
ResponderEliminarEs muy bonito reconocer que has cambiado porque ya no lloras.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, auqnue estoy pensando que también es bonito reconocer que aún se llora...
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