Un sólo pincel, la cajita de acuarelas, el cuaderno que voy llenando de verano. Agua de mar.
También el libro que a ratos leo perezosamente, mucho tiempo. Las rocas de Maro, por la tarde, después de los baños, a la hora del sueño. Ha caído el viento aunque el barco sigue bailando sobre las olas, cruje a veces. Las piedras de la costa, las cañas, las cabras que se ven por los acantilados parecen inmóviles. Intento dibujar la tierra segura y quieta desde el mar que cambia siempre, inestable, como yo.
Acuarela.
Esta imagen. Para cuando la subiste, en el 2012, yo pasaba muchas horas encerrada en un departamento (ustedes los españoles le dicen apartamento, no?). El cuerpo quieto por horas, aunque a veces lo sacaba a nadar, y a hacer yoga... En cambio mi mente, o mi conciencia, como quieras llamarlas, salía al éter a vivir, una navegación a pleno samsara. Tú estabas en alguna orilla, allí con tu barquito, tus esculturas, cuadernos y acuarelas, con tus miedos también, el viento, las tormentas, los baños de mar frío.
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