Anoche encendí una vela bajo mis deseos, comenzaron a balancearse entre sombras. Es curioso cómo cambian los deseos según se iluminen o desde donde se miren. Todo cambia, pero los deseos son especialmente frágiles e inestables, el calor de una vela hace que bailen, que cambien forma, no se parecen a lo que fueron al principio cuando eran hojas de papel y se podía incluso escribir sobre ellos. Los deseos aparecen o desaparecen y son distintos según la hora del día o de la música que suene. Es muy divertido tener deseos colgados del techo.
Esta noche encenderé otra vez las velas y miraré de nuevo mis deseos entre sombras. Se aprende mucho mirando sin prisa los propios deseos.
Les preguntaré por qué nacieron y cómo acabarán.
No sé si me gustan más los deseos de día o los deseos de noche. De noche se duplican con la sombra, se hacen más misteriosos. De día son diafanos, alegres. Lo que más me gusta es que aprendiendo a plegar un papel se llene el aire de deseos.R.
ResponderEliminarGracias a ti que sabes hacer y deshacer nudos y que me enseñaste a plegar papeles se ha llenado el aire de deseos blancos.
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